B.M.G.

Podría escribirte algo complejo y largo, deteniéndome en los detalles que dan forma a nuestra rutina.
Pero sé que te gustan las frases sencillas. Así que, de la manera más sincera, te diré que aportas una gran dosis de ALEGRÍA al día a día.

(dedicado a B.M.G.)

viviendo

Se sentó. Cogió un bolígrafo. Y abrió su libreta justo por la página en la que había escrito una lista de cosas por hacer. Tachó la primera de ellas. La más importante.

No sólo se dio cuenta de que había hecho lo que tenía que hacer. Si no que, además, él había merecido todos los esfuerzos y obstáculos superados.

Fue el comienzo de su nueva vida.

así es la vida

Esta INVENCIBLE alegría me impide escribir algo serio.

Allí.

Volví allí.

"Allí donde solíamos gritar".

Esta vez no hubo gritos, ni risas, ni compañía.

Volví a aquel lugar simbólico que me recuerda a lo que queríamos que fuese "lo nuestro".

En marzo quise volver a empezar. También en abril. Al final lo conseguí en mayo.
A veces me da la sensación de ir un poco lenta. Un poco por detrás.
Llegando a los sitios excesivamente impuntual.

Dándome cuenta de los comienzos cuando ya ha llegado el final.

Quizás sea una cuestión emocional. Las cosas pasan demasiado rápido y yo tardo demasiado tiempo en asimilar la realidad.

ayer es pasado. hoy es presente.

hoy, y después de todos estos meses, me alegro mucho de haberte conocido.

lo que no entiendo ni yo

Hoy me encantaría no haberte conocido nunca.


Ni a ti. Ni a tu cicatriz en el pecho.

Ni tus palabras. Ni tus sonrisas. Ni tu mirada. Ni tu risa.

Ni...

inicio de la segunda parte

Escribir midiendo cada una de las palabras. Sin que se note. Y así, de una manera discreta y elegante, poder decir todo lo que quiero decir.

A veces nos sentimos como minusválidos emocionales. Y lo somos. Necesitados de rehabilitación rápida y constante para no quedar totalmente inmovilizados.


Pero nos consideramos demasiado cobardes para reconocerlo.

Reímos. Y algo de miedo se escapa entre las carcajadas.

Porque a veces no nos entendemos bien, ni sabemos lo que queremos.


Conocíamos aquel lugar. Pero ayer lo redescubrimos, y lo bautizamos.
Desde ahora será allí donde solíamos gritar.


Ayer gritamos.

Y mientras lo hacíamos se escapaban también los dolores, los miedos y los agobios más absurdos que a veces nos impiden pensar con objetividad.


Él me habló de la objetividad. Y de la mejor manera de ver la realidad.

Él me ayudó a dar un giro de 180 grados. Entonces me di cuenta de que estaba caminando hacia atrás.

A veces necesitamos callar.

Y después contarlo.

Hablarlo todo.

Con pelos y señales, sin miedo a reconocer ante nosotros mismos una verdad.

Y sorprendidos descubrimos que aquello que parecía un mundo se convierte en una pequeña verdad.

Algo absurda.

fin de la primera parte

Hoy vivimos el enésimo comienzo y el primer final.
No es suficiente con recomenzar, también debemos asumir que hay cosas que deben terminar ya.

Es hora de enfrentarse a la realidad.
Mirar cara a cara a la verdad.
Y ver qué cosas estoy dispuesta a soportar y cuáles no pienso aguantar más.
También hay cosas que se deben solucionar, o por lo menos aclarar. Sólo pido que se me dé esa oportunidad.


Desde hoy viviré donde respeten y acepten mi ley. Donde pueda vivir libremente con mi verdad.
Decidiré según mi propio criterio. Y no por agradar a los demás.


Compartiré mi vida con quien me sepa aceptar sin humillar.
Soy una persona más; no quiero consentir que me traten de menos ni que me valoren de más.


Nunca pensé que un adjetivo escrito en un folio pudiese ser el punto de inflexión de tantos temas en mi vida. Nunca pensé que pudiese causar toda esta revolución.


Hoy he decidido ser yo de verdad.



Y es que me he dado cuenta:

1. De que tengo que actuar como pienso.
2. Del valor de la paciencia.
3. De lo bueno de decir la verdad para que te ayuden.
4. De que siempre se aprenden cosas buenísimas de lo malo.
5. De que merece la pena ser uno mismo.
¿Por qué? -preguntó J- No quiero que se vaya.

- No puede volar dentro de esa jaula- le respondió M.

-Pero sí he sido yo el que le ha enseñado a volar- insistió J un poco nervioso.

-Ya, pero ahora tienes que dejarla libre. Si ella quiere, volverá.
Recuerdo aquel día que me contaste la historia de la cicatriz en forma de corazón que tienes en el pecho.

Te caiste por un barranco. Podía haberme muerto- dijiste-.

Pensé lo triste que hubiese sido que te hubieses muerto un año antes de haberte conocido.

repeticiones indeterminadas


Miqui escribió una lista de cosas “que todos necesitamos repetir en diversas ocasiones”.
Después me animó a escribir mi propia lista.
Aquí está.


- Oír: Lores, nunca pasa nada. Mientras sonríe.

- Entrar en casa y saludar en alto, porque siempre hay alguien que contesta con alegría.


- Escuchar con S. canciones de Sabina en el 132. Mientras hablamos de nuestra tierra, de lo bueno que será el verano y la vuelta a casa.

- Los martes locos con gente loca. Y terminar gritando y cantando en el mirador de Moncloa.


- Recorrer el paseo marítimo de La Coruña en moto, un día soleado de agosto. Y tener que parar en un semáforo para recoger una alpargata que se nos ha caído en las vías del tranvía.

- Tener un buen libro entre manos.


- Una tarde contigo. Paseando hasta Plaza de España. Riéndonos juntos. Tus detalles. Y la despedida en Moncloa.

- Leer las poesías de Berros ao Ceo. Sentirme identificada en las entradas de Zeta. HoyestálloviendoenParis. Pensar que Patri nos lee a los dos.


- Pasar unas horas en la O de Zielo. Mientras hablamos. Esta vez, de verdad. Con calma y sinceridad.

- Volver a CASA. Y estar con mi familia.


lo que permanece elegantemente oculto


“ ¿Y tú? ¿Qué sientes cuándo lees esto?”


Nunca me había hecho esa pregunta. Y no estoy segura de saber la respuesta.


En el mundo de los sentimientos son más viables las comparaciones que las descripciones. Al menos que estemos seguros de los términos empleados.
Muchas veces no estoy segura de acertar.

Supongo que siento lo mismo que tú cuando descubres, admirado, la belleza y perfección de la sonrisa de esa chica de ojos negros.


Siento lo que siente cualquier artista cuando lee una obra perfecta, en la que cada una de las palabras escritas parecen haberse inventado únicamente para ser utilizadas en esa obra y ocupar ese lugar en la frase.
Y que posiblemente en cualquier otro texto carecerían del sentido y de la belleza que el orden de ideas y sentimientos les proporciona.


Siento lo que siente un amigo cuando descubre en su compañero de viaje grandes facetas. Admirándose una y otra vez al descubrir un mundo de belleza interior que se muestra pocas veces y que la mayoría de las veces permanece elegantemente oculto.


Siento el misterio de comprender que mi cabeza intenta encontrar las palabras para describir lo que vive. O tal vez la melodía de lo vivido.


Siento el enorme placer de la lectura perfecta, de una complementación imperfecta y atemporal, de los recuerdos vacios de contenido y repletos de sentimientos.


Siento la lejanía de su ausencia. Y la presencia de una unión y comprensión secreta que jamás saldrá a la luz.