Me gustaría volver a conocerte. Y lo haría a mi manera.
Escogería una mañana soleada de noviembre para coincidir, por casualidad, en la terraza. Tomando un café. Y que Alguien, por fin, nos presentase.
Ese día me fijaría en lo primero; tu mirada.
Con saludos escasos y rápidos iría conquistando tus sonrisas con las mias.
Después de descubrir tu mirada, me enamoraría de tus palabras.
Y después de conquistar tus sonrisas. Disfrutaría con tus risas. Y con tus bromas sin ironía.
Me detendría en cada uno de tus gestos.
Conocería tu forma de andar, como te tocas el pelo y tu cara de tonto al mirarme. Me perdería en tus ideas. En tus pensamientos.
Y me quedaría con todos los hechos. Casi siempre, enormemente buenos y discretos.
Y después de todo eso te besaría. Y descubriría lo bien que saben tus besos.
Pero no puedo cambiar los hechos. Ni hacerlo a mi manera.
En estas cosas, las maneras son de dos, no solo mias.
De todo, me quedo con la noche en que la luna era gigante, fue nuestra despedida. Supongo que aquella noche, en silencio, pedimos disculpas a la luna.
Por no ser tan grandes como ella aquella noche.
Aquella noche sentí una tristeza profunda. No supe por qué. Pero el día me desveló lo que mi intuición me sugería.
La luna es la única testigo de la pasión de nuestro primer encuentro, y de nuestra triste y silenciosa despedida. Y desde entonces me sonrie cuando la miro.
1 comentario:
ayy Dolly me ha gustado..es triste pero muy bonito...me ha dejado descolocada..no sé!
serán las ganas q tengo de verte??
sigue así Do!
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