Teníamos los días contados en un periodo de tiempo infinito.
Esa terrible sensación de que se acaba el tiempo cuando apenas ha empezado. No podemos controlarlo, ni alcanzarlo.
Cuando el tiempo corre, siempre es el más rápido.
Él no sabía muy bien lo que quería ni lo que tenían.
Yo estaba en una situación peor; lo tenía muy claro.
Y estaba cansada. Demasiadas aproximaciones.
Juntos íbamos más despacio. A mí me gusta la sensación de velocidad.
Días de sol de primavera combinados con recuerdos invernales.
Ojalá sepamos siempre volver a empezar. Es una garantía. Pero no una seguridad.
“Sólo lo imposible dura siempre.”
Ojalá lo infinito sea posible y real.
El sábado el cielo nos mostró la luna más grande de los últimos veinte años. Y me da la sensación de que no fuimos capaces de apreciarla por toda esa gente que se la perdió.
No sé si es beneficioso ser tan lunáticos.
Y me acosté pensando que algún día mi vida cambiaría ligeramente y sería capaz de llorar de alegría.
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