lápices de colores

Aquel día decidiste comprar lápices de colores, mientras pagabas tu caja de cartón Carioca revisabas mentalmente los sitios posibles donde podrías encontrar algún sacapuntas de la infancia. Llegaste a casa, y al ponerte a estudiar posprimera vez tras la compra, la rutina era distinta de la habitual, había algo de emoción en ella. No tenías ganas de estudiar, como siempre, pero los lápices rompían la monotonía y el descolorido de tus apuntes. Decidiste animar las hojas para memorizar mejor aquellos complejos conceptos.
Los días fueron pasando, comenzaste a dar uso al viejo sacapuntas, primero con el amarillo, rojo, azul, verde … también llegó el turno del marrón, azul marino. Para todos llegó el momento de renovar la punta.
Con el tiempo el tamaño de los lápices se fue reduciendo, hasta llegar a una longitud de no más de seis centímetros. Entonces ya habías olvidado aquel día en el que te paraste en la papelería, el precio de los lápices, ya te habías examinado de aquel duro examen cuyos apuntes coloreaste tan bien.
Fue en este momento, otra aburrida tarde de estudio, decidiste que lo más productivo en aquel momento era hacer una limpieza de tu estuche. Entonces, de una manera rutinaria cogiste los lápices y sin más vacilaciones los metiste en ese bote, el que tienes encima de tu mesa. En cuyo fondo están los lápices de colores de pequeño tamaño, unos cuantos clips, alguna goma de borrar vieja. Ahí se quedaron durante años los lápices de colores.
-seguramente al leer esto estés imaginándote la librería de al lado de tu casa, en la que ha comprado tu material escolar durante la infancia. Seguramente te has imaginado el bote de encima de tu mesa. Muy posiblemente has encontrado en él, los lápices, la goma, los clips.
Y es que, ¿alguien puede explicarme por qué nuca tiramos los lápices si no vamos a volver a usarlos?

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