Con cosmos.


Por fin. Después de tanto tiempo ahí estaban de nuevo.
Sus palabras, base de mi inspiración.
Destacaban claras frente a un fondo negro, que hacía más difícil su comprensión.
Eran sus formas, el caminar de sus versos, y el por qué de su mente. Todo.
Todo en un mismo párrafo. Sublime. Y a su vez, escondido en el más desapercibido de todos los blogs que, como una fina capa de la atmósfera virtual, ocupa su lugar y cumple su función en el complejo mundo de Internet.

Sus palabras penetraron en mi mente por una vía rápida y poco frecuentada. Llegaban directamente al minúsculo y desconocido lugar donde se aloja la inspiración.
Un lugar más pequeño que el universo antes de estallar. Y más desconocido que el origen del tiempo.
Directamente a la inspiración. Para proporcionarle la energía suficiente para sobrevivir un periodo de tiempo indeterminado, pero presumiblemente intenso.

A pesar de la evidente distancia, una intensa y radiante luz iluminaba nuestra conexión. Las complejas redes que nos mantienen más fuertemente unidos de lo que podemos sospechar.
Esa parte de él que soy yo, y esa parte de mi que lleva su nombre.
Quizás sea aquella fina cuerda que un día temimos que se rompiera, pero que ahora estamos seguros de que cada día brilla más.
Su presencia y sus palabras inundan mi vida con intermitentes destellos de luz. Esos destellos son lo más próximo a la felicidad que he experimentado a lo largo de mi existencia.

Su mente es el único lugar del universo donde yo aceptaría pasar un periodo de tiempo equivalente a una eternidad.

Los Límites de la Realidad.

Cuántas veces en el transcurso de esta relación he pesando que llegaba el final. Pero no. Una subida, una bajada, un brusco cambio de dirección. Siempre estábamos ahí. A velocidades insospechadas, con una alta concentración de adrenalina en sangre, nutriendo a la inspiración y haciendo trabajar al corazón a un ritmo previsiblemente acelerado.

Ahora nos encontramos ante un final distinto. Y quizás, más real que todos los anteriores. Y por ello, tristemente duro, y su vez, enormemente tierno. Como ocurre con todas las despedidas teñidas de finales que no son más que comienzos de nuevos proyectos. Acompañada del vértigo que supone la aventura de recorrer sendas que parecían inexplorables. El futuro nos espera, y aunque nos espera siempre, en momentos como este parece más palpable.

En una situación así no puedo dejar de escribirte aunque no sea capaz de encontrar las palabras que me expliquen de verdad. Pero tengo la seguridad de que después de haberme leído tanto sabrás a qué me refiero con lo que digo, y también sabrás a que me refiero con todo aquello que no escribo. Mis palabras siguen siendo igual de caóticas que siempre, y sigo sin saber poner en el lugar adecuado los puntos.

Quiero agradecerte nuestra relación. Los cambios, acelerones y frenazos,colores tan fuertes y formas tan variadas. La riqueza de experiencias que supone tu presencia.

Me parece imposible abarcar en un mismo pensamiento tantos momentos pasados, tantas historias, tantos sentimientos e ideas entrelazadas. Me quedo con la alegría de saber que este último año ha sido el que más hemos sido capaces de disfrutar.

Las personas que conozco que hayan compartido conmigo tu presencia afirman, igual que yo, que cambias la vida de aquellos que te rodean, haciéndoles sentirse bien consigo mismos por el hecho de estar contigo. Agradezco la seguridad de tu presencia y tu capacidad de ver el fondo aunque, a veces, no compartamos las formas.

La vida es muy larga y estoy convencida de que volveremos a coincidir más de una vez viviendo vidas más o menos paralelas o más o menos entrelazadas. Y si no es así, tengo la seguridad de que no te voy a olvidar.


"La palabra imposible no está en mi vocabulario." (Napoleón Bonaparte)