noviembre es la clave


En noviembre cambiaron las cosas.
Todo nos recordaba a lo mismo.
El sol hacía alegres los fríos días de otoño madrileño.


Pensábamos en nosotros mismos, juntos, como yo, y por separado, individualmente, como nosotros.

Componentes vitales

Las ausencias vividas con intensidad tienen algo de encanto amargo, de locura feliz y de insuperable morriña.

Las presencias vividas con intensidad tienen algo de emocionante espontaneidad, constante alegría y de renovado cariño.

La vida vivida con intensidad tiene un componente importante de presencias y ausencias que dan un enorme toque de dinamismo a la estática rutina. Sólo hay que saber descubrirlo, para así poder vivirlo.

Algunos de los Momentos Cotidianos Tatuados en mi Alma

3.noviembre 23.00 h.
Nos tumbamos en la pista a disfrutar de unos minutos del cielo estrellado mientras divagamos sobre la enormidad de la distancia que nos separa de esas estrellas que vemos como diminutos puntos brillantes.
Momentos que sólo puedo compartir con mi otro yo.

19.octubre 12.30 h.
En las escaleras de la facultad E. y yo pasamos un divertido rato en el que "jugamos" a reirnos de nosotras mismas.
Puedo asegurar que no hay nada más sano y liberador.

30.septiembre 18.30 h.
Nos volvemos a ver, entre cafés y humo de cigarros, disfrutamos - después de más de un año y medio- de una conversación de "las nuestras". Intensa y profunda. Nostálgica. Sincera. Enormemente pequeña.
Un reencuentro emocional y un triunfo por la estabilización de una relación altamente inestable.
Ojalá dure así mucho tiempo.

14.septiembre 23.15 h.
Dame un abrazo Lola, vivo de ellos.

10. septiembre 22.45 h.
Después de un corto, pero intenso, recorrido de conocimiento mutuo declaramos nuestros sentimientos e intenciones en una calurosa noche.
Todo queda en el aire. Y, a su vez, todo asentado. Todo encaja y sale a la luz. Y, tú y yo, estamos a gusto.
Enternizaríamos ese momento que sabe a poco y que, a su vez, es ya eterno.

28. agosto 18.15 h.
Encantado de conocerte Lola.



(todas las fechas, las horas y los momentos son absolutamente verídicos)

Para Siempre

A veces me aterra la idea de pensar en el olvido.

Me encantaría guardar en una caja de recuerdos los momentos especiales. Tatuarlos en mi piel.

Tener la seguridad de que nunca podré perderlos. De que no seré capaz de olvidarlos.

Y, al final, pienso que la única manera de conseguirlo es tranformar momentos cotidianos en momentos insólitos. Puntos de inflexión que me cambien o me revolucionen de tal manera que sea imposible repasar el pasado sin tenerlos en cuenta.

Conseguir tatuar en el alma esos momentos cotidianos que nos hacen grandes.

Pura vida. Pura revolución.

Las revoluciones traen cambios. Los cambios alteran las emociones. Las emociones dan peso. El peso es la vida. Y la vida es esto.

Son las mañanas en que me levanto pensando si será hoy el día afortunado. En que cogerás el teléfono para descubrir que hay detrás de la fachada de esa persona que conociste en un momento de duelo. Y que pueda yo descubrir el universo que se esconde detrás de una sonrisa alegre y unos ojos rasgados y pequeños.

Son las comidas en el césped de la facultad de al lado. En la que conocemos, por escrito, a desconocidos y osamos confundirnos en momentos tan triviales. En la que nos reímos de nuestras penas y nos alegramos de las alegrías. Y cogemos fuerzas para hacer frente al resto del día.

Son esas tardes de eternas clases. Durante las cuales se nos ocurren mil historias que contarnos. Siempre más interesantes que la lejana y monótona voz femenina que nos descubre todo un mundo apasionante sobre cómo somos y porque somos así y no de otra manera. El porque nos parecemos. Y las razones de estar sano o enfermo.

Son esas cenas eternas que se alargan en la sala de enfrente. La sala del humo y de las cartas, de las risas y las historias amorosas que nunca empiezan ni terminan, que siempre pasan o perduran.

Son esos entrenamientos intensos y cansados. En los que todo se pasa y la mente no fija más objetivos que los que nos propone ese chico moreno y tan cercano. Siempre motivando. Exigiendo. Alegrando la vida de quien tiene al lado.

Y es, también, ese final del día con una hermana, con la que se comparten los hechos y sentimientos más pequeños, y no tanto. A veces, sin necesidad de palabras. Porque sobra la confianza. Es enorme el cariño. Y total el conocimiento mutuo.

Es ese irse a la cama. Examinando un día completo. Vivido de forma intensa.

Porque la vida es esto. Y esto es peso. Y el peso supone emociones. Y las emociones se deben a cambios. Y los cambios los traen las revoluciones.
¡Viva la revolución! ¡Y la vida!