Cuestión de Tiempo

En aquel momento sobraban las palabras. La imaginación se abrió paso entre la muchedumbre, dejando atrás todo indicio de sensatez, lógica y el más primitivo de los razonamientos. Invadió todo el escenario, trasladándonos a un mundo en el que no supimos sobrevivir demasiado tiempo, trasladándonos a una era pretérita o futura que jamás sabremos situar en el tiempo.
A la imaginación la seguían sus más fieles acompañantes. Ellas también formaron parte de aquel grandioso espectáculo que tras marcharse nos dejó la irreparable herida de la soledad. Con ella iban la ilusión, el libertinaje y los más profundos y absurdos sentimientos conocidos por algunos, desconocidos por otros, aquellos que no pueden ser expresados con palabras, que no pueden ser traducidos a un papel.

Los dos vivieron aquello de una forma fugaz y lenta, sublime y a su vez muy vulgar. Experimentaron tan profundamente que luego no fueron capaces de hablar de aquellos momentos con nadie más, nunca lo volvieron a mencionar. Los demás nunca lo comprendieron.


El tiempo cortó con su afilado cuchillo de incomprensión aquello que no podía seguir existiendo. Aquello que exaltaba y destrozaba a dos almas sensibles y jóvenes que se dejaron llevar.
El tiempo con su paso explicó sin palabras el porqué de aquellos momentos, el porqué del silencio, el porqué de que no hubiese nada más.
El tiempo dio la razón a quien no creía tenerla, explicó el porqué a quien se lo preguntaba constantemente, suavizó el dolor de las almas, razonó todo lo irrazonable, y después dejó paso al olvido, un olvido fuerte y dominante, que siempre nos regala el tiempo, un olvido que tantas veces es un modo de supervivencia, para destruir aquellos recuerdos borrosos con los que no podrían seguir viviendo las almas. El olvido que permite que sigamos vivos.



El olvido, con su rutina fría y entrañable, fue ocupando aquellos lugares de la memoria que hacían daño, fue limando las espinas, fue llenando de buenos momentos aquellos rincones hasta entonces ocupados por recuerdos que herían.
Esta vez el olvido no tuvo tanta fuerza como aquel recuerdo, que aunque fue disminuido, aunque redujo enormemente sus dimensiones nunca desapareció por completo.
El olvido, enviando por el tiempo, perdió la batalla contra aquel recuerdo, que quedó aislado, relicto, cohibido en un pequeño espacio discreto, en un lugar inaccesible donde permanece aunque pase el tiempo.




Aquel recuerdo está siempre presente. Aunque pocas veces iluminado. Permanece discreto, tranquilo y callado. Asume la derrota que le ha reducido a un pequeño espacio. No olvida la victoria de la última batalla contra el olvido que ha evitado su extinción temprana. Sabe que el tiempo lo comprende, que el olvido lo respeta, que la memoria lo protege y que el corazón recurre a él cuando, ya en la vejez del alma, recuerda los buenos momentos pasados.




Ella sabe que en él aquel recuerdo también ganó la última batalla al olvido. En sus almas sigue escondido algo de brillo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

genial!!!!me ha encantado!!:)

Elenita

Anónimo dijo...

que ese brillo se haga mayor

Gargamelle dijo...

joer, diría que tienes un don para explicar con palabras simples los sentimientos más complejos. es pura y encarnada realidad todo esto.

como siempre, la crítica: mira el tema de los porque, porqué, por qué; porque no lo tienes bien.

y que se cumpla, cuando sea, lo que dice amorylibertad.