fin de un día largo y de un curso corto.

Fin de un día largo. La luna sale brillante y llena, ha decidido mostrar su belleza porque sabe que nos merecemos ese regalo. Hoy está especialmente elegante. En la ciudad no creo que puedan apreciarla, pero nosotros, desde aquí, si.

Enciendo un cigarro con el que termino un día solitario. Aún así me he reído más de un par de veces. Porque hay gente que, aunque este lejos, te hace reír. Es un don, solo lo tienen algunos, y los hace especiales.

A mí la luna me recuerda a ti. Y a un viejo amigo. A ese amigo le recuerda a ella. De vez en cuando le incito, aunque no haga falta, a recordarla. Y así todos nos acordamos de alguien cuando vemos la luna. Nos une. De una manera inexplicable nos hace ser más humanos con su presencia callada pero brillante.

El calendario marca la cuenta atrás. Solo quedan 4 días de un mes largo e intenso. De un maravilloso y agotador junio. 4 días para cambiar una rutina estricta por una rutina libre y calurosa, con olor a hogar y a salitre.

Cerramos, como podemos, un curso lleno de momentos agradables y de contratiempos. Un curso marcado por la enseñanza costosa de que uno debe hacer siempre lo que le da la gana y porque le da la gana. Un curso en el que ha ganado puntos la coherencia. Ser como uno es, aunque los demás no lo entiendan.

Las nubes que protegen la luna nos recuerdan que mañana podemos volver a disfrutar de otra tormenta ruidosa y descontrolada, con goterones de lluvia que empapan de forma imprevisible un junio poco común.

Ya no merece la pena alargar más este día solitarito. Mañana estará repleto de nuevas historias que contar.