un café muy amargo

Un café muy amargo. Una media sonrisa. Una mala cara. Una mirada tranquila. Unas risas nerviosas. Unas astutas acciones. Unos momentos callados. Un mensaje que no se sabe bien que pone.
Un silencio y después un montón de palabras. Un sol que no deja de brillar cada mañana.
Una vuelta por tus rincones de donde has sacado ya todas las señales de mi presencia, de mi estancia tan prolongada, de tu interés en que los visitara.
Un par de cigarros. Dos copas y media. Otra ronda, por favor. Siempre paga él la cuenta.
Un montón de recuerdos que van, que vuelven, inestables, intranquilos, que parecen no encontrar su sitio en una mente inquieta, incansable y dolida.
Un montón de apuntes sobre la mesa, una canción en la mente como solución a los problemas: mejor mañana.
Una mirada sincera, un viaje corto y absurdo, un gesto de cariño y el ánimo subido.
Vuelta otra vez al mismo ruedo. Sin ganas de comprender. Sin ganas de asumir. Con ganas de pasárselo bien.
Parece que alguien nuevo ocupa los ratos libres. Es una mentira más. Tan solo intenta convencerse de que lo logrará olvidar.
Ojeras acumuladas de varios días sin descansar van personalizando su negro color. Qué importan las despedidas. Qué importa lo que sufra un corazón. Qué importa la coherencia y todo lo que ayer se dio, todo lo que costó.
Olvidado. Ya pasado. Qué importa si no hay control.
Hoy no busco la belleza en lo que escribo, tampoco pido ayuda a la imaginación, hoy he despedido a las musas, hoy escribo solo yo.
Lo que viene, lo que pasa, lo que vuelve, lo que importa, lo que duele, lo que ayuda, lo que sabemos que siempre permanece. Lo de siempre, lo de siempre, lo de siempre …
Por favor otro cortado con hielos. Hoy pago yo.
Te debo un desayuno. Te debo también una cena. Te debo … te debo tanto … te debo la razón. Te debo los consuelos, te debo el tiempo y la atención. Te debo que me quieras sabiendo como soy. También el no aceptar los defectos que tú tienes, el no saber estar en lo que quieres y en lo que temes. Te debo tanto … pero no puedo dártelo, ya me voy.
Que absurdo, que inconsciente, que maraña de pensamientos, de recuerdos, de imaginación y de momentos, de sentimientos, de olores y dolores, de tristezas y de amores …
Tranquila.
No llores.
El tiempo pasa. El tiempo viene. El tiempo todo lo comprende, todo lo alivia, todo lo cura, todo lo allana, todo lo puede. El tiempo todo lo tranquiliza, lo ordena, lo olvida, lo retiene.
El tiempo.
Y después de nuevo la calma. La calma que me deja sin palabras. Tranquila. Todo ha pasado.
Coge una hoja nueva, en blanco, empecemos sin volver a lo pasado.

1 comentario:

Zeta dijo...

que maravilla chica