tu otro tú y mi otro yo

Desde que lo conozco es diferente. La relación es distinta a las demás. Él no es como otro más. Es especial. Él es algo muy difícil de explicar. Es mi otro yo.

Él es mi otro yo. Las cartas de la baraja que no tengo, y que por tanto sé cuáles son. Pero juega conmigo. En el mismo equipo. En el que, en esta partida, le ha tocado perder. Y en muchas otras, diferentes a estas, ganar.
El mismo yo con sonrisa de bobo por fuera y serio por dentro. Con apariencia tranquila y absolutamente excitado por dentro. Con porte sereno y pacífico, y en cuyo interior alberga una constante lucha entre el sí y el no. La ilusión y la desilusión. La alegría y la pena. El pasado y el presente. En definitiva, la eterna lucha entre el corazón y la razón.

Él también médico y enfermo al mismo tiempo. Luchando sin cansancio por conseguir un puesto importante en ese corazón prohibido y deseado, temido y admirado. El mismo que tantas veces se ilusiona para después desilusionarse y se convence con mil razones que no se cree.

Nunca llegamos a ninguna conclusión. No hay solución. Siempre dando vueltas en el mismo bucle. Cuando él habla de sí, yo digo no. Cuando él lo niega entonces mi papel es el de la afirmación.

El mismo yo. Me contradigo y me contraduzco. Valientes aunque con la cobardía que les aporta la derrota. Sinceros aunque no digan nunca la verdad. Y callados aunque lo digan todo. Ilusionados en la derrota y esperanzados, sin esperanza.
El mismo yo que camina sin rumbo en busca de lo imposible. El mismo yo que me hace ver en sus actos mis errores. Y en sus palabras, mis argumentos. En sus dudas, mis vacilaciones. El mismo yo que con su tristeza me muestra mi dolor. Y en su esperanza mis razones para no dejar la lucha.

El mismo yo. Por el que sufro cuando ella habla, diciendo lo que no debería decir. Y yo la escucho. La escucho callada cuando me gustaría gritarle que no es así. Y permanezco quieta cuando me gustaría correr hacía él y advertirle cuanto de verdad y de mentira tiene su inocente ilusión. Pero no puedo. Precisamente mi propio yo me impide ser totalmente sincera con mi otro yo.

Y por eso es diferente. Porque nunca es otro. Ni uno más. Él es el otro yo. Y por eso nos queremos sin amarnos. Y vivimos paralelo sin fallarnos. Porque somos dos, pero cada uno de nosotros es el otro yo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

pero es cojonudo???
esto merece hablarlo en persona.
mil garcias, es incrible y me encanta, y me encantas =D
molaZ

Anónimo dijo...

pero es cojnuda???
mil gracias nena, esto mereZe comentarloo en persona, de verdad que me ha encantado,igual que me encantaS tu ={D
molaZ

Maktub dijo...

me encantan tus comentarios, y más aún si son por duplicado =D
a mi tb me encanta esta entrada...tiene mucho significado! =D bueno Zeta, que tú si que molas!

JLAndreu dijo...

parece que has encontrado el complemento: que es difícil (¿lo más difícil?). Hay una palabra que no había leido en mi vida: contraducir(contraduzco)...¿trabajas en el diccionario de la neolengua, como en 1984? Espero que las palabras no acaben nunca, ni la libertad, ni la locura, ni el sueño, ni la contradicción, pero sobre todo el cariño y las cosas compartidas.Un beso

Maktub dijo...

me ha gustado tu comentario Andreu! efectivamente esa palabra no existe, nos la inventamos en una conversación telefónica y nos gustó! no existe pero para nosotros tiene significado!

Anónimo dijo...

yo tmpoco hbia escuchado nunc la palbra contraduzco..me llamó la atención!!:)
increible Dolo..la verdd es q es raro encontrar en ota persona tu mismo yo...
Aunque sabes que al ppio me costó entenderlo sigo sin entender esta frase..aunq pensar frase a frase reconzco q es complicado..!!!Precisamente mi propio yo me impide ser totalmente sincera con mi otro yo.
sigue así Doloo!!!
={D jajjajajja

Elenita

bernardo Dm dijo...

Lo cierto es q yo tengo tambien dos yo.

Se parecen a los tuyos pero no son iguales, no siempre se contradicen, y no siempre se respetan.

me ha gustado la reflexión.