palabras y hechos

Confusión. Una profunda confusión que desquilibra un estado de homeostasis que habíamos conseguido alcanzar hace relativamente poco. No dices nada. Yo poco puedo decir después de que haya pasado todo. Tú me miras confuso y a la vez enormemente tranquilo. Yo te sonrío sin ganas, quizás porque la sonrisa sea la más pacificadora de las armas.
Nos miramos y el tiempo pasa sin pasar. Caminamos. Poco importa a donde vamos. Quizás sea suficiente saber de donde venimos. Nos conformamos con un desastre relativo. Una vida que no termina de ser como la planeamos, como nos propusimos que fuera.
¿Recuerdas aquellas tardes de septiembre? Planeábamos ilusionados todo un curso que entonces estaba aún sin estrenar. Hoy miro atrás. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué siempre el mismo error? Os dejáis llevar por la emoción del momento planeando y prometiendo cosas que luego no sois capaces de hacer, quizás por falta de tiempo, de espacio o simplemente por falta de conocimiento personal. Que fácil es hablar mientras echamos a volar la imaginación, que fácil y a la vez que placentero, que enorgullecedor. Que desgracia cuando aquello no se queda más que en palabras. Para nosotras frustración. Para vosotros desilusión mezclada con indiferencia.
Palabras que no se transforman en hechos. Hechos que deben nacer de la constancia, de la rutina, de la dureza de repetir cada mañana aquello que sabemos que es el grano de arena necesario para que el día de mañana podamos tener la montaña que planeamos. Vosotros no. Pensáis que se puede, en el último momento, coger una pala bien grande y comenzar a amontonar desordenadamente aquella arena. Con un esfuerzo sobrehumano a veces conseguís construir una montaña inestable que poco después cae sobre vosotros como una avalancha, hundiéndoos en el fondo de aquella torre de arena mal colocada.
Hoy decidimos volver a empezar juntos. Esta ves sin promesas. Con hechos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jop, nosotros aprendemos a no prometer y vosotras a no creeroslo. Así, lo mejor viene con la madurez y con pensar, creo yo, en el día a día.

Es muy cierto sí. Qué hombre no ha prometido alguna vez el oro y el moro...

Anónimo dijo...

mu bonito...es toda una historia de la vida misma...!
mu bien plasmado Dolly...cuantas vecs pasan ests detalles..
q mujer no se lo ha creido??jeje
1besitoooo

Anónimo dijo...

bonito?? no sé si es la palabra...
a partir de ahora lo que dice "gargamelle"; ellos a aprender a no prometer y nosotras a no creernoslo!

Anónimo dijo...

ACCIONES SON AMORES
LAS PALABRAS SE LAS LLEVA EL AIRE
DIFICILMENTE LAS PALABRAS
CORRESPONDEN CON LO QUE SENTIMOS
DE ESA MANERA SIEMPRE NOS
CONTRADECIMOS EN LA ACCION
POR ESO SUFRIMOS.
LAS FLORES DE BACH
CURAN EL ALMA, LA MENTE Y EL CUERPO