lápices de colores


Aquel día decidiste comprar lápices de colores. Mientras pagabas tu caja de cartón Carioca revisabas mentalmente los sitios posibles donde podrías encontrar algún sacapuntas de la infancia.

Llegaste a casa. Al ponerte a estudiar por primera vez tras la compra, la rutina era distinta de la habitual, había algo de emoción en ella. No tenías ganas de estudiar, como siempre, pero los lápices rompían la monotonía y el descolorido de tus apuntes. Decidiste animar las hojas para memorizar mejor aquellos complejos conceptos.
Los días fueron pasando, comenzaste a dar uso al viejo sacapuntas. Primero con el amarillo, rojo, azul, verde … También llegó el turno del marrón. Azul marino. Para todos llegó el momento de renovar la punta.
Con el tiempo el tamaño de los lápices se fue reduciendo, hasta llegar a una longitud de no más de seis centímetros. Entonces ya habías olvidado aquel día en el que te paraste en la papelería, el precio de los lápices. Ya te habías examinado de aquel duro examen cuyos apuntes coloreaste tan bien.
Fue en este momento, otra aburrida tarde de estudio, decidiste que lo más productivo en aquel momento era hacer una limpieza de tu estuche. Entonces, de una manera rutinaria cogiste los lápices y sin más vacilaciones los metiste en ese bote, el que tienes encima de tu mesa. En cuyo fondo están los lápices de colores de pequeño tamaño, unos cuantos clips, alguna goma de borrar vieja. Ahí se quedaron durante años los lápices de colores.


Seguramente te has imaginado el bote de encima de tu mesa. Muy posiblemente has encontrado en él, los lápices, la goma, los clips.
Y es que, ¿alguien puede explicarme por qué nuca tiramos los lápices si no vamos a volver a usarlos?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

sabes que me encantan las cosas sencillas, esta lo es...
por tanto, sabes que me gusta no?? =)=)=)

Sisacorve dijo...

no los tiramos porque no podemos reemplazarlos....

(mi primer comentario!! jaja)

Marta dijo...

No podemos reemplazarlos porque, de colores o simple grafito, tienen un extraño poder que nos imanta a ellos... Tratamos diferente a un lápiz que a un bolígrafo. Pero no me preguntes por qué. No sabría contestarte. Sólo: "es así"...

Valkiria dijo...

ese libro me cambio la vida...

te he dicho que me encanta tu nombre?

Miqui Brightside dijo...

por qué cuando actualizas no me sales!
nuestros blog son incompatibles vaya

:)

Anónimo dijo...

Pues yo voy a decir que no los tiramos, porque son la única huella tangible en nuestro escritorio de la felicidad que encontramos trabajando.

Y una buena parte de esa felicidad vino a través de los lápices.

Piénsalo. Tirarlos sería fácil. Pero, por dentro piensas (pienso), ¿me voy a deshacer ahora de ellos? ¿Los voy a “usar-y-tirar”, con el buen uso que me han dado? ¿Así se lo voy a pagar a ellos, los lápices?

En definitiva, sería una pena tirarlos, porque nos han acompañado, han sido parte de nuestro camino, y ese camino ya nunca volverá, aunque sin embargo, podremos no olvidarlo (el camino) cada vez que veamos esos lápices. Nuestros lápices. Los que nos acompañaron.

Y tal vez, una vez vistos, pensaremos que sería una maravillosa idea volver a tener esa experiencia. Nosotros, y la compañía de nuestros lápices.